RESUMEN
La fotoprotección es la herramienta actual en
prevención primaria para evitar y frenar los efectos
negativos tanto de la radiación ultravioleta (UV) como
de la luz visible en nuestra piel. Es de sobra conocido
que el uso de protectores solares aplicados en las zonas
del cuerpo no cubiertas y directamente expuestas es
capaz de frenar efectos a corto plazo como la
generación de eritema, el estrés oxidativo y
la inmunosupresión para, así, proteger a largo plazo
frente a la generación de cáncer de piel y el
fotoenvejecimiento, principalmente. El uso de filtros
orgánicos y minerales, actualmente aprobados por los
organismos sanitarios internacionales, se está viendo
restringido debido a los diferentes informes sobre su
potencial toxicidad tanto para el organismo como para
el medio ambiente, por lo que la alternativa actual
radica en el empleo de sustancias naturales que puedan
acompañar —si no suplir— a dichos componentes que
están en entredicho. Sustancias como los carotenoides,
los aminoácidos de tipo micosporinas y la amplia
familia de compuestos fenólicos están siendo
actualmente incorporados a las fórmulas como
fotoprotectores, con un papel dual, ya que no solo son
capaces de actuar como antioxidantes, sino también
como verdaderos absorbentes de radiación UV y luz
visible. La revisión muestra una serie de moléculas y
combinados naturales que tienen verdadera eficiencia
científica para ser considerados auténticos principios
activos fotoprotectores e incorporarlos en toda fórmula
fotoprotectora.
EL SOL Y LA PIEL,
LUGAR DE DESENCUENTROS
La exposición a la radiación ultravioleta (UV) solar
está aumentando a lo largo de las últimas décadas,
principalmente, debido a nuestros hábitos al aire
libre, ya sea por motivos laborales o de ocio1. Si,
además, tenemos en cuenta los cambios en los patrones térmicos, derivados del cambio climático
mundial, a mayor número de días con mayores temperaturas,
más vida en el exterior y, por lo tanto, una
exposición solar aún más alta2. El hecho de vivir en
latitudes del sur de Europa, con más de 300 días de
sol al año, como ocurre en muchas zonas del interior
y costas de España, hace de nuestras localidades
destinos turísticos para poblaciones venidas de todos
los rincones del planeta y, por lo tanto, fomentar la
cultura del uso del sol de forma consciente es esencial.
Esto significa que la fotoprotección es una tarea
fundamental, que debe ser abordada en todos los
estamentos sociales3.
La radiación electromagnética procedente del sol
que puede alcanzar la superficie terrestre se divide
en UV (el 8,9 % del total de energía), luz visible
(39 %) y radiación infrarroja (53 %). De esta, la radiación
UV, fracción de radiación solar que nos llega
a la tierra con efecto nocivo para la salud, la UVB
(280-320 nm) corresponde al 5 %, y la UVA (320-
400 nm), al 95 %. A lo largo de la historia, el papel
de los rayos UVB en la inducción de tumores se ha
aceptado durante décadas4, mientras que la contribución
de los rayos UVA se ha ignorado durante
mucho tiempo3. Sin embargo, a día de hoy, se ha
avanzado mucho en el conocimiento sobre los mecanismos
de acción implicados a nivel molecular y
celular de cada uno de estos tipos de radiación UV
y sus principales diferencias. Mientras que la UVB
es absorbida por componentes de las células epidérmicas
como el ácido desoxirribonucleico (ADN) y
puede inducir lesiones mutagénicas, los rayos UVA
solares pueden llegar a penetrar mucho más profundo
en la piel, alcanzando la capa basal de la epidermis
e, incluso, los fibroblastos dérmicos, y sus
efectos genotóxicos están mediados, principalmente,
por la activación de fotosensibilizadores endógenos
que desencadenan un estrés oxidativo local5.
Actualmente, no solo la acción de la radiación UV
solar está considerada como fuente de daños cutáneos
potenciales para piel, sino que también se ha
observado que las bandas espectrales alrededor de
los 400-450 nm, o la denominada luz visible de alta
energía, causan daños en el ADN por acción indirecta
a través de la generación de estrés oxidativo, o que participan en la activación de la producción de melanina
cutánea o hiperpigmentación, así como que
son responsables de desequilibrios hídricos y alteraciones
inmunitarias6. Finalmente, no podemos
olvidar la banda espectral infrarroja de tipo A (IRA),
que actualmente se tiene en cuenta por su acción
directa en el fotoenvejecimiento7 o su acción potenciadora
de los efectos de otras bandas espectrales en
la generación de fotodermatosis8.
MECANISMOS INVOLUCRADOS
EN EL DAÑO CUTÁNEO POR LA RADIACIÓN ULTRAVIOLETA
La generación de las diferentes afecciones cutáneas
está mediada por tres procesos principales:
- El daño en el ADN, que ha sido el motivo principal
de protección solar a lo largo de décadas. El
ADN está formado por moléculas capaces de absorber
la radiación UV, sobre todo, las bases pirimidínicas
como la timina. Al absorber la timina
la radiación UV, deja de unirse a la molécula complementaria
que le corresponde y se une a otra
timina adyacente; se produce una especie de bucle
en la célula, lo que va a provocar una interferencia
en los procesos de replicación y transcripción
del ADN en este punto, dando lugar a lo que
podemos denominar una mutación génica. Cuando
el ADN se daña y los mecanismos de reparación
no funcionan, comienza un proceso degenerativo
celular, que a largo plazo puede acabar en cáncer3.
- El sistema inmunitario también se ve afectado
en la piel como consecuencia de la exposición a
la radiación UV, provocando la denominada inmunosupresión9.
Esta se produce a través de la
disminución de la capacidad de sensibilización
de los linfocitos por las células de Langerhans de
la piel y, por otro lado, induciendo la producción
de citocinas y otros componentes inmunosupresores
por las células propias de la piel como los
queratinocitos.
- La generación de estrés oxidativo producto de
desequilibrios moleculares. Las especies reactivas
del oxígeno provocan reacciones en cascada, que
van a desencadenar, principalmente, fenómenos
inflamatorios, fotoinmunosupresores y daños del
ADN, estructuras proteicas y lipídicas, que condicionarán
la aceleración del fotoenvejecimiento
de la piel10,11.
LA EFICACIA DE LA
FOTOPROTECCIÓN TÓPICA
La fotoprotección tópica es la herramienta más efectiva
para proteger esas partes de la piel que quedan
directamente expuestas a la radiación solar y su uso
es uno de los comportamientos más practicados para
prevenir el cáncer de piel12. Los ensayos clínicos han
encontrado que los protectores solares son eficaces
para reducir la incidencia de queratosis actínica, los
precursores del carcinoma de células escamosas y
la cantidad de lunares (precursores y factor de riesgo
más importante del melanoma)13, así como frente a
otros mecanismos patológicos de generación rápida
como el estrés oxidativo, la inmunosupresión o la
hiperpigmentación cutánea14.
Para combatir la radiación UV, los científicos han
desarrollado una serie de formulaciones de protección
solar para proteger a los humanos del daño de
los rayos solares en las bandas UVB, UVA y luz visible
de alta energía15,16. En Europa, actualmente,
hay aprobadas 32 moléculas para tal uso, divididas
en filtros orgánicos —cuya acción principal es la
absorción de las diferentes bandas espectrales de
UVA y UVB, y transformarla disipándola en energía
térmica— y los filtros minerales, que, por su acción
principalmente reflectora y dispersora de la radiación
incidente, funcionan como verdaderas pantallas
físicas frente a la radiación no solo UV, sino también
visible y, parcialmente, la IRA16.
Las fórmulas actuales confieren una seguridad
muy alta frente a los rayos UV y la luz visible, pero
no están exentas de limitaciones17. Actualmente y
tras la publicación sobre la penetración a través de
la piel de algunos filtros orgánicos y su similitud con determinadas hormonas, el papel como potenciales
disruptores endocrinos ha puesto en el punto de
mira a algunas de las moléculas más utilizadas en
formulación. La contaminación de los mares y su
acción negativa en organismos marinos como los
corales también invita a poner en duda su uso extendido
en diferentes partes del planeta. La alternativa
actual ha sido el uso más generalizado de los
filtros minerales, que también presentan sus limitaciones,
ya que, debido al gran tamaño de las partículas,
su baja cosmeticidad ha hecho que la industria
se vaya decantando por los filtros minerales en
tamaño de nanopartículas, con tamaños similares a
los filtros orgánicos, lo suficientemente pequeños
para poder atravesar las membranas celulares, por
lo que pueden ser absorbidas por el organismo. Así,
el dióxido de titanio puede ser peligroso para la
salud, clasificándose como un posible carcinógeno
para los humanos, de modo que actualmente no se
permite en fórmulas tópicas como los aerosoles para
evitar que sea respirado y que penetre en los pulmones18,19.
FILOSOFÍA DE UNA
FOTOPROTECCIÓN
CON ENFOQUE «VERDE»
Hoy en día, la incorporación de sustancias naturales
para el desarrollo de fotoprotectores está en auge15,20,21.
Actualmente, no se incluyen en las listas de filtros
solares aprobados de las diferentes agencias reguladoras
internacionales. La mayoría de estas sustancias
se consideran aditivos y actúan como potenciadores
en la fórmula, aunque varios de estos compuestos
son candidatos potenciales a protectores solares debido
a su alta eficacia fotoprotectora por la doble vía
(tanto por la absorción de la radiación UV como por
su actividad antioxidante), de manera que no solo
van a funcionar como conservantes en la fórmula,
sino que son ingredientes con actividad real para
combatir el exceso de generación de radicales oxidados
tras la exposición solar22. Un claro ejemplo
de este papel dual fue un trabajo publicado por
nuestro grupo, en el que la acción de la combinación
de vitamina C y E aplicada antes o después de la exposición de la piel a la radiación UV era capaz de
aumentar al incrementar la dosis mínima, observándose
claramente este efecto dual23. De esta forma,
actualmente se están utilizando un conjunto de sustancias
naturales que tienen diferentes capacidades
(fig. 1), destacando entre ellas la de absorber radiación
y secuestrar radicales oxidados por su acción
antioxidante e inmunorreguladora en la piel, y que
han sido incluidas de forma ordenada desde su mayor
a menor evidencia científica asociada:
- El ácido l-ascórbico es, como se ha indicado, una
de las sustancias naturales con mayor evidencia
científica para su uso en fotoprotección y antienvejecimiento24,25.
Es un potente antioxidante capaz
de neutralizar diferentes formas de radicales oxidados.
Es necesario para la síntesis de colágeno y
elastina como cofactor de enzimas e inhibe la tirosinasa
y estimula la formación de esfingolípidos
fundamentales para la barrera epidérmica. Tiene
un máximo de absorción en el espectro UVB
(alrededor de 315 nm, por lo que es capaz de
aumentar los factores de protección solar de las
cremas en el espectro UVB alrededor de los
300 nm)23.
- La vitamina E es una sustancia lipofílica y con
una alta capacidad de secuestrar radicales peróxidos
y frena el daño que causan los radicales libres en la membrana. Está demostrado su efecto positivo
frente a la inmunosupresión, el eritema, la
formación de dímeros de timina, la melanogénesis
y la fotocarcinogénesis inducida por la radiación
UV y con un pico de absorción en el espectro
UVB de curva similar a la generación de eritema
cutáneo25.
- La niacinamida, amida de la vitamina B3 (niacina),
tiene numerosos efectos en la piel y el resto del
organismo previniendo el fotoenvejecimiento y la
fotoinmunosupresión. Los amplios efectos clínicos
de la nicotinamida pueden explicarse por su papel
como precursor de la energía celular, modulador
de las citocinas inflamatorias e inhibidor de la enzima
nuclear poli-(difosfato de adenosina -ribosa)-
polimerasa-1, que desempeña un papel importante
en la reparación del ADN, el mantenimiento de la
estabilidad genómica y la respuesta celular a las
lesiones, incluidas la inflamación y la apoptosis25,26.
- El betacaroteno, la zeaxantina y, sobre todo, la
astaxantina también ofrecen amplia evidencia de
uso en fotoprotección por su capacidad no solo
de absorber radiación UVB, sino también UVA y
luz visible. Se ha demostrado su eficacia en la
protección contra los daños causados por la radiación
UV y el estrés oxidativo en las células tanto
de la piel como de la superficie ocular27.
- Los aminoácidos de tipo micosporinas (MAA; del
inglés, mycosporine-like amino acids), extraídos de
hongos y algas, muestran evidencia científica
de su uso en fotoprotección desde hace más de 20
años20. Existen diferentes tipos de MAA con máximos
de absorción que van desde 310 nm (MAAglicina)
hasta 362 nm (usujireno). Tienen un alto
coeficiente de extinción molar, muy similar a los
filtros orgánicos, son térmicamente estables en
diferentes condiciones y son fotoestables a dosis
muy altas de radiación UV28. Los MAA no causan
reacciones fototóxicas ni fotoalérgicas. Además,
algunos tienen una alta actividad antioxidante29 y,
por ello, se han incorporado a diversas fórmulas
fotoprotectoras del mercado como extractos, purificados
o sintetizados en combinación con filtros
clásicos30.
- La forma molecular más utilizada en el mundo de
la fotoprotección es la familia de los fenoles, destacando
claramente entre ellos las sustancias polifenólicas
y los flavonoides, presentes en las
células vegetales con diferentes actividades celulares31.
Su capacidad de absorción en distintas
bandas espectrales de la luz UV y la luz visible
han motivado el establecimiento de verdaderas
líneas de trabajo para el desarrollo de su aplicación
industrial como fotoprotectores. De los numerosos
candidatos utilizados en fotoprotección, podemos
destacar:
- El ácido ferúlico: compuesto fenólico que protege
a la membrana de la peroxidación lipídica,
protege del daño oxidativo inducido por los
iones ferrosos y secuestra los radicales hidroxilo,
superóxido y peroxinitrito. Muy utilizado para
estabilizar fórmulas a base de vitamina C, es un
candidato ideal para usarse en fotoprotección,
ya que, por su estructura, es capaz de tener una
absorción efectiva en el rango del UVA32. En
estudios recientes, se ha comprobado su efecto
citoprotector aumentando la síntesis de metaloproteinasas
relacionadas con la capacidad de
preservar la homeostasis celular en condiciones
estresantes.
- El resveratrol: polifenol que se ha demostrado
que inhibe el edema, la infiltración de leucocitos
y la generación de H2O2 tras radiación UV. Disminuye
la peroxidación lipídica. También se ha
comprobado que in vitro inhibe la angiogénesis
y las metaloproteinasas de la matriz que facilitan
la invasión tumoral a los tejidos. Tiene un pico
máximo de absorción en UVB con alto coeficiente
de extinción molar, por lo que es ideal
para ser incorporado en formulaciones tópicas
con efecto coadyuvante para los otros filtros33,34.
- La quercetina: está siendo actualmente muy
estudiada por su potente actividad antioxidante,
inducción de apoptosis, modulación de la antimutagénesis
del ciclo celular, inhibición de la
angiogénesis y efectos antiinflamatorios35,36. La
quercetina, con un máximo de absorción alrededor
de los 420 nm y especialmente la rutina
ofrecen tanto una alta actividad antioxidante como, lo que es más importante, un alto potencial
de absorción de los rayos UV.
- La silimarina: polifenol obtenido de la planta
de cardo mariano Silybum marianum, está compuesta
por diferentes flavonoides como la silibina,
la silidianina y la silicristina. Esta molécula
es bien conocida por su actividad antioxidante,
y se ha demostrado que absorbe los rayos UV,
con un factor de protección solar (SPF; del inglés,
sun protection factor) de hasta 9 cuando se
formula al 10 %37, aumentando aún más cuando
se combina con dióxido de titanio y óxidos de
cinc38.
- La escitonemina: pigmento muy abundante en
las cianobacterias, es un compuesto dimérico
formado por subunidades indólicas y fenólicas
unidas a un átomo de carbono olefínico, y tiene
un espectro de absorción máximo de 386 nm.
Actualmente, se está estudiando su posible uso
como filtro UV para proteger contra longitudes
de onda UVA muy largas y radiación visible de
alta energía (HEVR; del inglés, high energy visible
radiation)39. La escitonemina-3a-imina, derivada
de Scytonema hoffmani, después de la exposición
a altas dosis de radiación solar, muestra máximos
de absorción a 366 y 437 nm40. Actualmente,
su producción biotecnológica para uso
comercial está en auge40.
- Una de las sustancias naturales con potencial
como potenciador, tanto para aplicaciones orales
como tópicas, es el extracto de helecho Polypodium
leucotomos, que es rico en compuestos
catecólicos no flavonoides (benzoatos y
cinamatos como el ácido cafeico y su derivado
el ácido ferúlico). Este extracto fenólico ha sido
ampliamente estudiado por sus múltiples propiedades,
que protegen la piel frente a los daños
causados por los rayos UV y la radiación solar
visible, principalmente, debido a su alta actividad
antioxidante e inmunomoduladora41. También
protege contra la inmunosupresión y la
hiperpigmentación causadas por la HEVR42. Y
su incorporación en formulaciones fotoprotectoras
tópicas es capaz de aumentar los factores
de protección solar en más de un 20 %43.
- Finalmente, los extractos de la planta Sechium
edule, también conocida como chayote, son una
de las últimas incorporaciones a los fotoprotectores
tópicos y con gran futuro debido a sus
propiedades. Es una excelente fuente de minerales,
proteínas, vitaminas, carotenoides, polisacáridos
y, sobre todo, compuestos fenólicos,
flavonoides y triterpenos, los cuales han sido
señalados por sus propiedades angio- y cardioprotectoras,
antidiabéticas, antiobesidad, antiulcerosas
y anticancerígenas44. En la piel, se ha
descrito su efecto fotorreparador a través de
mecanismos antioxidantes frente a la generación
de especies reactivas del oxígeno y la formación
de dímeros de pirimidina ciclobutano (CPD; del
inglés, cyclobutane pyrimidine dimer), además de
frenar la producción de desoxiguanosina mediada
por dicho estrés oxidativo, ofreciendo no
solo la capacidad de prevención del daño en el
ADN y de reparación de los daños en este, sino
también de aumentar la capacidad de renovación
celular45,46. Se ha descrito, además, su capacidad
bloqueadora de la producción de peróxidos
lipídicos, de modo que los extractos de
Sechium basados en activos flavonoides y triterpenos47
van a poder realizar, por su doble acción
fotorreparadora y su capacidad de absorción del
luz, un papel dual, por lo que deben formar
parte de la lista de sustancias naturales que han
de ser consideradas principios activos fotoprotectores
más que sustancias complementarias en
las fórmulas fotoprotectoras.
FIGURA 1. Mecanismos celulares implicados en el efecto fotoprotector y reparador de las diferentes sustancias naturales utilizadas en fotoprotección.
ADN: ácido desoxirribonucleico; ARN: ácido ribonucleico; COX-2: ciclooxigenasa 2; IL: interleucina; TNF-α: factor de necrosis tumoral alfa (del inglés, tumor necrosis factor-alpha); UVA: ultravioleta A; UVB: ultravioleta B.
CONCLUSIONES
Nos encontramos ante un nuevo horizonte en la
fotoprotección integral a base del uso de sustancias
naturales incorporadas tanto en la dieta como en
forma de principios activos para fórmulas fotoprotectoras.
Dada su naturaleza dual en casi todas las
moléculas y extractos, donde son capaces de proteger
nuestra piel a través de su capacidad de absorción
de las diferentes bandas espectrales solares, son
capaces de revertir, además, los efectos negativos de los fotones que hayan podido penetrar a través
de su actividad antioxidante.
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