Casos clínicos
Belén Morales Franco y Marta Cano Gómez
doi:10.5538/1887-5181.2025.49.20
Nuestro paciente es un varón de 79 años, sin alergias conocidas ni hábitos tóxicos, con medicación para hipertensión, diabetes de tipo 2 y epilepsia, consistente en enalapril, amlodipino, insulina glargina, levetiracetam y, desde dos meses antes de nuestra valoración, un inhibidor de la dipeptidil-peptidasa 4 (IDPP4) (vildagliptina en dosis de 50 mg/12 horas), que consultó en atención primaria por lesiones ampollosas, de inicio unos días antes en las cuatro extremidades y posterior extensión al tronco, pruriginosas, que respetaban las mucosas, sin otros síntomas de particular relevancia, y que no relacionaba con exposición a ningún posible alérgeno. Se derivó a urgencias del hospital para valoración.
En la exploración física, presentaba buen estado general, constantes normales, ampollas sobre base eritematosa en brazos y piernas, tensas, de contenido seroso, de unos 10 mm de diámetro, erosiones y costras, y con signo de Nikolski negativo (las capas superiores de la epidermis no se movían lateralmente con la presión o el roce de la piel adyacente a una ampolla) (fig. 1 A y B). En el hemograma, destacaba una ligera leucocitosis de 12 000/µL y, en la bioquímica, glucemia de 123 mg/dL, urea de 37 mg/dL y creatinina de 0,92 mg/dL.
Se realizó diagnóstico de presunción de penfigoide ampolloso, teniendo en cuenta un estudio que describió los criterios clínicos que considerar ante un paciente con una erupción ampollosa para plantear este diagnóstico: ausencia de cicatrices atróficas; afectación de cabeza y cuello; afectación de mucosas, y edad superior a 70 años. Establecieron que el cumplimiento de tres de estos cuatro criterios presentaría una sensibilidad del 90 %, una especificidad del 83 % y un valor predictivo positivo del 95 % para el diagnóstico de penfigoide ampolloso1.
Se prescribió tratamiento con antihistamínicos (cetirizina en dosis de 10 mg/día) y corticoides orales (prednisona en dosis de 0,5 mg/día) y se concertó revisión a los 30 días en consulta, observando entonces mejoría de las lesiones, presentando erosiones, ya sin ampollas francas, que iban sanando sin dejar cicatrices (fig. 1 C y D).